Por: Alfredo Fernandez
Hay maestros que en sus estudiantes; marcan una vida, otros
marcan algunas vidas y otros que marcan la vida de todos. Hace unos días me entere que paso al retiro
uno de los más grandes amigos, mi querido maestro Don Manuel Oscar Toro Segura;
mi tío. No pude estar en el último aniversario que presidio como director y
maestro, cuanto hubiese querido estar allí para poder decirle estas palabras;
pero aquí estoy, escribiendo para mi blog y espero que logre leerlo.
Puse el título “Sector el Campo fue Oscar Toro”, recordando
mi paso de dos años por aquella institución Gloriosa que me cobijo, y sobre
todo en lo que se resumió mi paso por allí fueron varios maestros. Pero sin
duda que uno marco mi etapa como estudiante, un maestro confió en mí y me
regalo más que su confianza; su amistad.
El tío Oscar; así lo llamaba. Era de aquellos maestros más queridos
en el aula, siempre veía en mis compañeros que decían que era el mejor, el más carismático.
Y eso ha marcado casi en todos los ex alumnos que lo recordamos con tanto
cariño o quizá todos los que lo tuvimos en frente en las aulas tengamos esa impresión
de él.
Ha pasado los años y aún lo recuerdo, recuerdo sus sermones
en horas de clase, sus largas y extendidas argumentaciones de las obras
literarias, y que siempre me preguntaba si la había leído. Que grandes
momentos, sin duda. Las lágrimas se me caen de recordarlo.
Mientras escribía esto recordaba a la frase de Albert Einstein
que decía que “El Arte supremo del maestro consiste en despertar el goce de la expresión creativa y del conocimiento”;
sin duda que no pudo elegir otra mejor vocación que la de ser maestro; lo
llevaba en su sangre; con un gran temple y una admirable paciencia poco visto,
nunca te veíamos molesto, siempre cuando quería solucionara algo, nos
recordabas que la mejor arma era el dialogo. Es impresionante su vocación de
servir y educar con amor a cada alumno. Tío te he echado de menos desde que salí
de esas benditas aulas, y nunca tuve el valor de decirte gracias por tu cariño
y tu paciencia, por hacer de esta carrera un brillante estilo de vida. Nunca olvidare
tu frase un día cuando te visite a tu oficina que me dijiste “Eras un
inteligente, pero un poco irresponsable” no sabe cuánto quisiera volver el
tiempo maestro de estar en las aulas y explotar eso que usted decía que tenía “Inteligencia”.
La fase de Einstein cae a pelo en su larga carrera; usted ha despertado muchas
vocaciones y sobretodo con un goce de la expresión creativa y con mucho
conocimiento.
Recuerdo con cariño nuestras charlas sobre la literatura,
eran momentos mágicos. De verdad maestro Gracias. Y sin duda tenía razón Henri Adams en decir
que: “El maestro deja una huella para la eternidad, nunca puede decir cuando se
detiene su influencia”. Esa huella que ha dejado en cada uno de nosotros que un
día le hicimos renegar, una huella que nunca se detiene y sigue guiando
nuestros senderos.
No solo ha sido admirado en la comunidad estudiantil, también
ha sido un ejemplo de ciudadano. Gracias por ser una gran persona, un gran
maestro, un gran profesional. Su tarea y dedicación a mejorar las vidas jóvenes
ha sido inspiradora, siempre vivirá en cada corazón de las personas que le debemos
gratitud al noble maestro, padre y amigo que tuvimos en nuestras aulas. Fue un
privilegio haber sido su alumno. Le quiero mucho, espero que disfrute de su
linda familia.
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